Como podréis imaginar la moral de la tripulación no está pasando por sus mejores momentos, pero hasta que el maelstrom nos engulla continuaremos navegando por la Procelosa Mar de las Ondas Hertzianas, y prestaremos especial atención a las botellas con mensaje que encontremos en nuestra singladura.
Es el momento de lanzar a las aguas todas esas urbes que os bullen en el magín, y todas las amables despedidas que queráis hacer llegar a los habitantes de La Ciudad Invisible.
Hasta otra!
[...]
Salí afuera ésta mañana, y no podía creer lo que veía. Cien millones de botellas relucientes en la orilla. Pare ser que no estoy sólo, en mi soledad. Hay cien millones de náufragos, buscando un hogar también.