



La nave surca el éter del sonido, y los túneles del espacio tiempo. La obra muerta cruje y sus quejidos suenan a triste bandoneón. Una frase se repite insistente en mi cabeza: no llores por mí, Procelosa Mar de las Ondas Hertzianas.
Este es nuestro portulano, hoy bastante rioplatense por activa y por pasiva:
Cuaderno de Bitácora del 31 de Marzo
Libro Historia oculta de los años 50 (Manuel Espín)