Hoy, durante un largo periodo en el espacio-tiempo, la procelosa mar de las ondas hertzianas se ha llenado de diminutas bolitas, que empujadas por el azar, formaban una pareja. De esa unión nacían grandes tesoros, pero la diosa fortuna no ha querido rozar a nadie de la tripulación. Nosotros habíamos apostado por aquellas pequeñas bolas que se han quedado solteras por lo menos, hasta dentro de un año.
jueves, diciembre 22, 2005
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