No tengo la intención de glorificar a “Humbert Humbert”. Sin duda, es un hombre abominable, abyecto, un ejemplo flagrante de lepra moral, una mezcla de ferocidad y jocosidad que acaso revele una suprema desdicha, pero que no puede ejercer atracción. Su capricho llega a la extravagancia.
miércoles, diciembre 21, 2005
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