Nuestra nave traspasa las fronteras del espacio-tiempo. Un día más, jugamos a buscar lo imperceptible. La procelosa mar de las ondas hertzianas, se engalana, mientras nosotros la contemplamos con ojos asombrados. Cada año se vuelve a vestir de amor, paz, buena voluntad… siempre es lo mismo, pero nunca no deja de conmoverme. [Sigue]
viernes, diciembre 23, 2005
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario